PASA Y SIÉNTATE EN MI PORCHE.

DESCANSA Y CHARLA UN RATO CONMIGO...

Navegante, entra al porche y deja tu comentario.

Las Nuevas Tecnologías avanzan que es una barbaridad e Internet cada vez se hace más presente en nuestras vidas, para lo bueno y para lo malo.
Los blogs han irrumpido en todo el mundo internáutico y el porche como no podía ser menos se pone en primera línea y no quiere quedarse atrás.
Este blog permite que el porche sea más participativo, un sitio en el que sea más fácil opinar, dejar un comentario o pegar aquello que simplemente se quiere compartir con los demás, con el único fin de mejorar la calidad de vida de nuestro pueblo y de sus gentes.
El único límite serán las que imponen las más elementales normas de educación y cortesía, el resto es cosa de todos nosotros.
Entra pues con toda confianza y siéntate un ratito a charlar plácidamente en este tu porche.

Sin raíces no hay ramas, sin árboles no hay bosque.
¡Abajo las raíces, arriba las ramas!
Ubuntu.

Salu2 cordiales y pedal-pedal.
"Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo." EDUARDO GALEANO.

"Cualquier objeto, por insignificante que parezca, tiene una historia que contar. Un mago o maga de las palabras solamente tiene que saber imaginarla y luego, contarla." AYES & LUIS

30 enero, 2017

Los godos del emperador Valente


Este artículo ha recibido el XIII Premio Don Quijote de Periodismo al trabajo mejor escrito en la XXXIV edición de los galardones Rey de España, concedidos por la Agencia EFE y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, el día 24 de enero de 2017. Esta “patente de corso” de Arturo Pérez-Reverte fue publicada en XL Semanal, el 13 de septiembre de 2015.

14 enero, 2017

Viendo el mundo con otros ojos

Hoy me ha llegado un dibujito, procedente de Gonzalo, mi sobrino-nieto, un niño de 6 años, con toda la barba, imaginación, interés y motivación propia de su elevada edad.
Hoy he recibido un incunable, uno de esos regalitos que no tienen precio, ya que se hacen con el corazón y son puro sentimiento.
Y explica su mamá: "Su Eva subida en moto de nieve, Baltita con su casco de Mamut, Tinki atrapada en una montaña a más de 5 metros de altura, de ahí la cuerda con las medidas, y bajo estratos y sedimentos de las montañas de Sierra Nevada, un sin fin de fósiles de dinosaurios esperando al paleontólogo Gonzalo para salir a la luz..."

09 enero, 2017

¡Qué Dios nos libre y nos pille confesados!

Intrusos en casa y otras impotencias

09 Ene 2017
 
Patente de corso
 
Hace unos días, al anochecer, dos ladrones se pasearon por el jardín de mi casa. Uno de ellos, incluso, llegó a introducirse por una ventana semiabierta y penetró en el interior. Estábamos viendo Perdición en la tele y nadie se dio cuenta hasta que Rumba, la perra, alzó la cabeza, gruñó y se lanzó hacia el pasillo, seguida por Sherlock. Cogí la escopeta de caza y la linterna, hice clac-clac metiendo un cartucho de postas en la recámara –no sabía lo que iba a encontrar, y estoy mayor para que me inflen a hostias–, pero el intruso ya se había largado. Así que, tras asegurarme de eso, salí al jardín a echar un vistazo. Pero no había nadie. Los dos fulanos habían saltado el muro, largándose. Así que telefoneé a Picolandia por si entraban en otra casa cercana, guardé la escopeta, cerré la ventana, conecté la alarma, acaricié a los perros y seguí viendo la peli, resignado. Se preguntarán ustedes cómo sé que los asaltantes eran dos. Y la respuesta está chupada: los vi luego en las cámaras de vigilancia. Las imágenes eran todo un espectáculo, pues se veía perfectamente como los malos saltaban el muro con una tranquilidad asombrosa, cual si no les preocupase que los vieran o no. Caminaban rodeando la casa mientras buscaban cómo entrar. Lo hacían sin esconderse, con toda calma, charlando entre ellos mientras comentaban la jugada, esta ventana sí y aquella no, cómo lo ves, colega, etcétera. Ni siquiera se agachaban, y miraban las cámaras –llevaban gorras que les ocultaban la cara– sin esconderse, con ganas de saludar. Y al llegar ante la ventana iluminada del cuarto donde veíamos la tele, se detuvieron un buen rato, estudiándonos. Una familia y dos perros absortos en Fred McMurray, Bárbara Stanwick y Edward G. Robinson. Pan comido, compañero. Ningún problema. Así que siguieron dando la vuelta, vieron entreabierta una ventana en la cocina, uno ayudó al subir el otro, y éste se coló por ahí. Como por su propia casa.